lunes, 30 de noviembre de 2009

Las retaguardias históricas.

Ya declaramos en otra parte que, todo kitsch aparte, nos convence más usar cosas que no están ni remotamente de moda que prestar atención a las "tendencias". En caso de que efectivamente la moda sea o cíclica (Fig. 1) o pendular (Fig. 2), la mejor estrategia es apuntar a la retaguardia, y esperar con los brazos cruzados a volverte cool de repente cuando todo vira hacia vos.

Figura 1
La moda es cíclica. Creíste que nunca más ibas a ver jean esfumados, pero tarde o temprano el ciclo sin fin que nos mueve a todos se va a cumplir, y las modas de ayer volverán a atormentarte.

Figura 2
La moda es pendular. Gente top: dentro de 15 minutos ese peinado va a ser lo menos, y ustedes lo saben.


Nota: ¿Ese plural se refiere a Sabita? ¿Es un plural de modestia? ¿Un plural mayestático? ¿Un plural de académico pedante? Oh, los dejo con la duda.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Seasonal.

No pasé durmiendo el invierno
para que el verano sea así,
para pasar la primavera sin amor...

sábado, 21 de noviembre de 2009

Ascesis.

En la universidad, casi cualquier situación de examen requiere un ritual de mortificación del cuerpo. Pálidos, peludos y pringosos, se trata de una especie de ascesis. Heráclito se enterró hasta el cuello en la mierda para curarse de la hidropesía. Todo, tu vida social, tu salud, tu higiene personal, tus obligaciones familiares, absolutamente todo, queda postergado para después de rendir.
Mas allá de una necesidad interna, las apariencias importan: uno siempre sospechó que caer a un final bronceado y divino queda peor que ir ojeroso, encorvado y con el pelo sucio. En el fondo a uno le gusta mostrar que la materia le importa mucho mucho, más que tomarse 3 minutos para ponerse tapaojeras.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Otro primer borrador.

Mejor dicho:

Para poder salir de su casa y de la escuela, Kat tiene que pasar por toda la experiencia adolescente, tal como la pauta el género. O sea, enamorarse con un chico, llorar, ponerse en pedo, ratearse, bailar en la prom, todo eso es el precio que tiene que pagar para dejar atrás su infancia e irse a estudiar al reverendo carajo. En The Girl Next Door pasa algo parecido.

En realidad, la secuencia prom-graduation, central en todas las películas de diecisieteañeros, va por ese lado. El clímax es la fiesta, los pibes empilchados manoseándose, pero la historia se cierra con los aplausos a la tarde, todos muy pulcros, las mamás llorando.

Sigo pensando que 10 Things I Hate About You es la versión edulcorada y optimista de Daria. La mayoría de nosotras no tuvo la suerte de que alguien soborne a Heath Ledger para que se la levante. Daria nunca pudo comprar las fantasías de Seventeen, y por eso la serie no tuvo una clausura prolija y orgánica. Tom (perfecto, divino) nunca cerró del todo. Daria no se aflojó nunca.
Y dicho sea de paso, 10 Things también es un manual para conquistar chicas difíciles: festejale las maldades que hace, conocé las bandas indie que le gustan, decile que la hermana es una idiota, tenele el pelo mientras vomita, etc.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Little Robbie Foo Foo.


Robbie Williams se está poniendo muy parecido a Morrissey, y lo sabe, y le encanta.

Sabe también que con videos como ese, puede remontar cualquier canción. Verdura fálica, sueños dentro de sueños, pin-up, y un enorme despliegue de britanicidad. That's all it takes.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Libertad de expresión.

En el mundo que imagino, es socialmente aceptable, cuando ves pasar a un flaco en bici cantando a los gritos y air-drumming, gritarle "man, sos lo más".
También los más osados pueden pedirle que los lleve en el manubrio tocando una pandereta imaginaria.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Así es como se termina una pelicula (5).


Hay muchos motivos por los que Accepted me parece un peliculón. Este es mi top 3:

1) ¡La autogestión de la educación, papá! Perfectible, seguro, pero lograr que el estado legitime una institución educativa no tradicional... esos son los cuentos de hadas que nos interesan.

2) Visibiliza un problema que no suele aparecer en las películas: la cantidad enorme de pibes yanquis de clase media-alta que necesitan una educación universitaria para insertarse en el mercado laboral, que pueden pagarla, y sin embargo quedan afuera del sistema. Trecientos monos que aparecen el primer día de clases con el bolsito y un cheque de 10.000 dólares.

3) La última escena es magistral.

Acá se ve (y se entiende) mejor.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Un primer borrador.

Ayer, mientras me quedaba dormida en el sillón viendo 10 cosas que odio de tí, le decía a mi mamá que en las historias de adolescentes de los '90 y '00 el drama de los protagonistas es que son demasiado rígidos o demasiado blandos.
Kat, Daria, incluso Dawson, sufren porque sus códigos son tan rígidos que no pueden pretender que alguien más los siga. Hay algo trágico en ellas (en él no, es sólo un pelotudo) porque son absolutamente conscientes de la irracionalidad del sistema, y del hecho que no tienen ningún poder de decisión en él. La ética insostenible, el horror de la minoridad.
Y después están los demasiado blandos: Cher en Ni idea, Enid en Ghost World, todas las porristas en todas las películas de porristas. Demasiado distraídos, demasiado cansados, desorientados en una legalidad que se les impone y que nunca resulta suficiente para aplicar a cada problema particular. Diecisiete años de escuela y Disney, de máximas que se contradicen entre sí, no preparan para la casuística aterradora del día a día.
Son muy pocas las películas de adolescentes que no narran el pasaje al mundo adulto. El cine supuestamente más pasatista de todos, producido y distribuido por adultos para ser consumido por adolescentes, es una forma de disciplinamiento para nada sutil. Todos lo consumimos, todos cargamos con las moralejas. Es un hecho.
Más allá de una reglamentación psicosexual bastante transparente (nadie se casa con la puta del barrio, a los chicos no les gustan las chicas demasiado inteligentes, sé vos mismo(?!?), a los egoístas nadie los quiere, etc, etc, etc) esas historias siempre terminan con un pacto. Hay que cortarse el pelo y salir a trabajar, hay que renunciar a cualquier principio ético demasiado estricto que te impida respetar a tus superiores. Incluso hay que renunciar a pretender que la gente sea digna de respeto, y dejar de buscar el respeto del prójimo es el precio para que alguien te quiera. De la exhibición en el ámbito de la escuela y el barrio a la sinceridad dentro de la pareja, de la casa familiar actual y futura (el final de Reality Bites, por ejemplo).
En realidad, el pacto sólo está en las que tienen un final consolatorio. Enid no logra pactar, y tiene que salir del medio. Daria tampoco puede. La serie tenía que terminar (probablemente una temporada antes de lo que lo hizo) porque crecer, si implica adaptarse a la irracionalidad imbécil de Lawndale, hubiera sido incoherente. Por eso el programa no cerró con bombos, platillos, un campus universitario, y un futuro prometedor. El futuro no es prometedor, es enfermo y triste.