viernes, 29 de enero de 2010

Encima pesimista.

Mi meta para el 2009 (que no cumplí) era lograr hacer crecer una parra en mi balcón.
Mi meta para el 2010 (que dudo cumplir) es irme de vacaciones con un tipo el verano que viene, y es cantado que esto termina como la parra, es decir, en enero del 2011 voy a ver una parejita de vacaciones y decir "Oh no, me olvidé de militar el viaje-con-novio. Carancho."

jueves, 28 de enero de 2010

Soy rock.

Por eso me seco los oídos moviendo el hisopo al ritmo de "Part of the queue".

martes, 26 de enero de 2010

Bateristas.

A veces el origen de un fetiche es fácilmente identificable.

En el verano de 1999, en la casa de mis abuelos, vi esa película tantas veces que la gente empezó a preocuparse por mi salud.

Así es como se empieza una película (1).

viernes, 8 de enero de 2010

Vale avisar.

No me digas "apta para mayores de 13", decime "la peli te va a copar pero vas a odiar cada puta prenda de ropa que tenés".


lunes, 4 de enero de 2010

Normalidad y excepcionalidad.

Miro por I-Sat un documental sobre cine gay. Directores y guionistas de treintilargos se emocionan un poco hablando de las primeras comedias románticas gay, en los '90. Dicen que por primera vez veían en las películas las cosas que les pasaban a ellos. Entonces era normal enamorarse de alguien del mismo sexo, ellos eran normales.


Una buena parte de las comedias románticas se apoya en su verosimilitud: la es gente más linda y se resuelve todo en una hora y media, pero parecen ser las cosas que nos pasan a todos. La re entendés, a vos te pasa lo mismo, o mejor dicho, vos, en su situación, también te hubieras caído de culo al piso en frente de todos.
Después, en un bar del río, pescás fruta del fondo de tu copa de clericó mientras alguien dice "es como en Elizabethtown".


Argumentalmente, es más probable que te pase un drama que una comedia romántica. Estoy segura de que a más gente le pasa The Notebook que The Break-Up, por ejemplo. No estamos acostumbrados a identificarnos con lo solemne, lo trágico, lo pesado, pero en realidad se trata sólo enamorarte de alguien, dar mil vueltas, casarte, envejecer, enfermarse, y tener ganas de morirte en sus brazos sordos.


El quirk, el gimmick, el gancho. En Definitely, Maybe, la nena escucha el historial amoroso de su padre, escucha la comedia romántica que conduce a su nacimiento. Además de adivinar cual de las tres mujeres que él quiso en los '90 es su madre, también resuelve la otra adivinanza implícita, que es una constante en el género. ¿Cuál es la mujer de su vida? ¿Con cuál va vivir feliz para siempre? La película funciona porque la respuesta no es siempre la misma mina, y porque la estructura anticlimáctica de la peli desestabiliza la idea de felices para siempre.
Pero yo iba a hablar del gimmick, y es este: April busca por años en las librerías de usados el ejemplar de Jane Eyre que perdió, con una dedicatoria de su papá. En ese momento uno sabe que va a ser Will el que encuentre el libro, y que ése va a ser el clímax de la película. Por lo tanto, April es la importante, April es the one.


La heroína (a veces el héroe, suele ser la mujer) es la que tiene el privilegio del quirk: una obsesión, un deseo, una manía simpática. Su enamorado(a) se banca su quirk, lo festeja, lo protege, logra entrar a él, formar parte de la locurita querible. Juno llenándo un buzón con tictacs de naranja.
El triunfo final de la comedia romántica es ese: la loquita se casa con un tipo que la quiere porque es loquita. Vos estás media rayada pero se te puede amar igual, te dicen. Todos estamos medio rayados, así que tranca.