sábado, 23 de noviembre de 2013

The great Gilmore rewatch

Me llevó alrededor de siete meses volver ver de pe a pa, en forma ordenada y sistemática, las siete temporadas de Gilmore Girls
Gilda sabe cuántas series miré y amé a lo largo de mi vida, pero no tengo dudas de que es esta la que más me quemó la cabeza, que sentí que me hablaba precisamente a mí. Las andanzas de Lorelai y Rory fueron (son) mi educación sentimental. 
Apunto entonces algunas cosas que pensé al respecto en estos meses. 




- Mi memoria no me engañaba: es realmente muy buena. Un culebrón de aquellos, pero oh, tan bien hecho, tan gracioso, tan amor. 
Fue con esta serie que por primera vez fui muy conciente de que alguien escribe los guiones de los programas, y que existían seres mágicos capaces de meter toda esa magia, toda esa inteligencia, en 43 minutos.

- El guión también estalla de referencias históricas, musicales, cinematográficas, literarias. Por un lado, diez años y una carrera universitaria más tarde se me escapan muy muy pocas. Por el otro, no puedo medir el impacto que tuvo en todo lo que consumí en esos diez años y esa carrera universitaria. Cualquier cosa que mencionen en el programa sigue teniendo para mí el Gilmore Seal of Approval: vale la pena al menos ver qué onda. 

- Y por cierto, qué difícil es no contagiarse la voracidad de Lorelai y Rory, la manera desaforada en la que bajan morfi y productos culturales por igual. Las mirás y como mínimo te dan ganas de tomarte un litro o dos de café.  

- Todas las pretensiones de Dawson's Creek -hablarle a un publico adolescente inteligente sin paternalismos, apelar al chico de su casa, ofrecer una alternativa a la reventadez glamorosa de Beverly Hills 90210- los cumplió Gilmore Girls y sin hacer alarde. Lo hizo tratando a sus personajes y a su público como seres humanos, vendiéndose a chicos y adultos por igual. Nos enseñó a ser espectadores dignos. 

- Hablando de series boludas de la década pasada, vale la pena una búsqueda de imágenes de Google para volver a ver esos montajes cursis, wallpapers amateurs con la fotito de los actores fuera de personaje, los bordes difuminados, el nombre del personaje en cursiva y un fondo de nubes, margaritas, o similar. Mucha foto promocional, poca captura de pantalla.
Qué horriblemente grasa, y qué tierna esa manía de customizar e intervenir el material fotográfico, de sobreescribir la imagen, como si una foto cualquiera de internet todavía no pudiera en esa época sostenerse por sí sola. 


- Diría que hay tres escenas que organizan la serie (aunque al final, especialmente en la última temporada, se van diluyendo por cuestiones tanto argumentales como estilísticas):

1) La rutina aceitada. Lo más lindo de Gilmore es Stars Hollow, el pueblo chico más chico del mundo, y sus habitantes que llevan una vida extravagante con absoluta normalidad. La mitad del programa muestra justamente eso, la rutina diaria de la comunidad y de las chicas Gilmore. Por eso el tiempo de la serie es eminentemente iterativo: se nos muestra una escena dando a entender que eso sucede a cada rato. 
Al menos una vez por capítulo, entonces, tenemos una rutina larga y complicada donde los personajes se mueven con precisión y gracia, poniendo en evidencia la costumbre, la convivencia diaria, la intimidad. 
2) El paseito. La cámara sigue a un personaje, cambia de dirección cuando se cruza con otro, cuya mirada a su vez acompaña cuando se da vuelta para charlar con otro más, que luego entra al lugar donde está pasando algo, etc., etc. 
Este procedimeinto, que también tiene que ver con la exhibición de la rutina, nos brinda a cada rato un paneo por el pueblo, una puesta al día de en qué anda cada personaje secundario, y una transición efectiva entre escena y escena. 
3) La diátriba y el bit. Los guiones son densos y el ritmo es apretado. En Gilmore Girls todos los personajes hablan y piensan a la velocidad de la luz, tirando mil chistes por segundo. Las grandes escenas cómicas suelen ser alguien puteando por 3 minutos sin tomar aire o un largo chiste espontáneo entre dos o más personajes. Si de educación sentimental se trata, me animaría a decir que también con Gilmore aprendí que hablar es una gran forma de quererse. 

- Emily y Richard son la versión WASP y civilizada de mis abuelos. Juro que si cruzás en un laboratorio a los Gilmore con los Cubrepileta, sale mi familia. 

- Cuando sea grande quiero ser como Lorelai. Todas y todos queremos ser como Lorelai, porque es mágica en todos los aspectos de su vida. 
Por qué será que sólo Rory (que en realidad es igual de perfectita que la madre) rompe las pelotas con su determinación insoportable, con su seguridad. 
Rory me llevaba un año y medio, y evidentemente su derrotero académico-laboral me toca el culo ahora igual que siempre. Acaso tendrá que pasar una década más para que pueda ver con menos envidia y frustración su certeza, su ambición, el futuro luminoso que es suyo por prepotencia de trabajo. 
Recomiendo, ya que estamos, no mirar los últimos capítulos de la serie justo el día antes del boot-camp de búsqueda de trabajo que organizaste con tus amigas. Y si lo hacés, al menos tratá de no estar indispuesta. 

- Luke mothaflippin Danes. En un capítulo de la segunda temporada viene de visita la dueña del Independence Inn, Mia. Luke, que la conoce de toda la vida, la abraza fuerte y la mira sonriendo desde arriba. 
Todo esto para decir que mientras que a los 15 miraba la serie y pensaba "qué chambona, Lorelai, este muchacho te re conviene", a los 26 lo veo y sólo puedo pensar que quiero que un hombre de ese tamaño me mire así por el resto de mis días.

- A lo largo de las siete temporadas hay cuatro embarazos no deseados: Lorelai de Rory, Sherri de Gigi, Lane de los mellizos, Sookie del tercero. Un quinto es Anna Nardini con April, aunque no se relata en detalle y no sabemos bien qué pasó.
En un capítulo retrospectivo de la primera temporada Straub, el abuelo paterno malvado de Rory, insiste en que Lorelai debería terminar el embarazo. Esa es la única alusión a la posibilidad del aborto en toda la serie. Las demás nunca dicen explicitamente que están eligiendo tener el bebé. 
Quizás el programa entero se trata de que ser madre en una situación de mierda también es re lindo, y puedo respetar eso. Pero no deja de decepcionarme, especialmente tratándose de un programa para adolescentes, que no reconozcan que el aborto es una opción. 

- Hay una serie nueva que se llama Wedding Band y se choreó la versión de "Hollaback Girl" que tocan Gil y Brian en un Bat Mitzvah. Estoy indignada. 

- Melissa McCarthy ya era basante redonda pero nunca nadie sintió la necesidad de hablar del tema. A nadie le importa. ¿Por qué debería? Sookie es una diosa y todos la aman, obviamente, porque es linda, buena, loca, divertida, y super talentosa. Por supuesto que va a tener un marido granjero que la ama con locura, una familia hermosa y una cocina tan linda que te dan ganas de dormir adentro de su heladera.

- Estoy segura de que en toda la serie Lorelai y sus padres no se dicen ni una vez que se quieren. Es una omisión tan conspicua como dolorosa. Pero qué intensos y lindos son entonces los momentos en los que casi casi pueden entender el cariño y el orgullo que se tienen mutuamente. Qué golpe bajo, qué triste, qué amor. 

3 comentarios:

barduhau dijo...

Qué lindo texto. Me morí de nostalgia y recuerdos. Apenas tenga un resto mental voy a hacer muchos litros de café y armar el mismo recorrido.
Gracias por revivir la serie de mi adolescencia.
Bárbara

Ailin dijo...

Gloria.
Gilmore Girls es una serie un toque cristiana. Lo es. Es una serie hecha por cristianos progres y eso empara el argumento. Gracias a Jakobson y Barthes, entonces, por darnos la llave para venerar la forma como parte legítima y fundamental del contenido. Y a Maupassant por recordarnos que hay procedimiento. Gilmore Girls es grande e inspiradora porque supo llevar un argumento cristiano y girlie a otro nivel, con eso redime al argumento cristiano y girlie y nos aporta toda la magia que tan bien has descripto. Larga vida a Gilmore Girls.

Ailin dijo...

Y larga vida a Olor a Tostadas.