Mi vida, yo soy de odiar arbitrariamente a la gente, es cierto. Pero si vos caés a clase con bronceado sol pleno, una planchita patética, un tatuaje de las máscaritas tragedia-comedia en el lomo, y esa cara de gato atómica, entonces sí, me voy a empezar a referir a vos como "el arquetípico gato de artes". Perdón loca, pero si no le ponés onda, yo no puedo hacer nada.