viernes, 14 de octubre de 2011

She works hard for the money.

Mencioné al pasar que el trabajo tiene un rol importante en las novelas, pero nunca deja de ser un plan B. Los enamorados son ricos, sin excepción, y casarse con ellos, por más que sea por amor, implicará no necesitar trabajar.
Hace 30 o 40 años que el conflicto entre el amor y el trabajo es el supuesto drama de la mujer moderna. Como si, en este sistema, esa fuera una elección real. Como si todas estuviéramos enamoradas de millonarios.
Pero para las heroínas de telenovelas laburar, a su modo, también es una especie de batacazo. Por lo general no tienen ninguna calificación más que ser buenas, honradas y leales. Pero alguien, viendo que tienen un gran corazón, les da un puesto semi-senior y ellas lo rockean.
Y siempre, sin excepción, el trabajo tendrá algo que ver con el hombre que aman y/o el hombre que las ama. Casi siempre es su jefe o su cliente más importante, con lo cual está en una posición de poder sobre ellas. Nunca al revés.

En Para volver a amar hay una inmobiliaria de mujeres (todas de vuelta, como indica el título) contra una inmobiliaria de hombres malos. Una hora diaria de la cantilena insoportable sobre la dificultad de realizarse profesionalmente. Tienen un laburo de alto nivel pero muy inestable, que hay que defender todo el tiempo con uñas y dientes. Porque, que quede claro, esta no fue su primera opción.

Lo que nunca desaparece es la lucha por la posición. No hay ningún otro problema real en las telenovelas. La diferencia entre buenos y malos es que los buenos aman a quienes les traerán dinero y poder bajo el brazo, y los malos no.
Sin embargo, hay destellos, momentitos en los que reconectan con la realidad. Como si salieran de la nube de pedos por un segundo, la tuvieran en consideración a una, televidente, que no va a casarse con un millonario, y por ende trabaja. Por un momento nada más, lo admiten: son gatos. Pero son formas de prostitución complejas y muy estáticas, que les permiten seguir despreciando a las free lancers.
¿Qué pasa? Pasa que si trabajo y amor están siempre mezclados, es porque el amor es un trabajo. If you like it then you should've put a ring on it. Poneme en blanco, flaqui. O me pasás a planta permanente o lo nuestro se acabó.

Francisco, de Destilando, es un malo que lo ejemplifica bastante bien: se casó con Sofía, chica de guita, y ahora está de ñoqui en la estancia familiar. No levanta nada en el pueblo, porque, como le dice un campesino, el que se casa con una Montalvo, por más que sea hombre, toma el nombre de su esposa y no al revés. O sea, su pobreza (y la riqueza de Sofía) lo feminiza, y por eso su relación es de las pocas donde la distribución del poder es más bien compleja. El casamiento que le solucionó la vida económicamente lo castró. Ahora su única opción es comer en la Montalveña, y retomar el romance su concuñada.

1 comentario:

A.M.J.z dijo...

yeah!
pasé