jueves, 9 de abril de 2009

Salvo deshonrosas excepciones

Cada vez que me encuentro con alguien de la escuela me dan muchísimas ganas de apretarle los cachetes y decirle que está muy grande y muy lindo y que lo extraño y lo quiero un montón.
Básicamente, yo a mis compañeros los quiero como una tía abuela.

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