martes, 17 de abril de 2012

Sobre el ethos de la groupie (1).

Digo que los amo a todos, a toda la banda. Quiero que sean mis novios. Pero después me parece una imagen horrible, ser una especie de Pitufina del backstage. Sonaría como ser la novia comunitaria, disponible para todos, y no sé si se entiende que no es eso lo que quiero.

Más bien los sumo a mi gran harén imaginario a la 8 1/2, un catálogo cariñoso de todos los hombres reales e imaginarios de mi vida. Me resultó simpática, en la película, esa solución (imaginaria) al problema (falso) del protagonista de tener simplemente demasiado amor para dar.


Y sin embargo esa voz que tengo en la cabeza que grita día y noche "¡Género! ¡Género!" me hace sospechar que por más que yo sea mujer y sea cuidadosa en mi reescritura de esa escena, no es una situación demasiado empoderadora para nadie, que Guido Anselmi es lo menos, y que no hay forma de maquillar mi mirada fetichizadora desde abajo del escenario. No tengo como amar a estos pibitos sin objetivizarlos a ellos y a mí con mi deseo despersonalizado.
Pero, aún así, la idea de una casa llena de hombres que me esperan...

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